martes, mayo 24, 2011

Llegó ese día.

Llegó ese día del año en el que sacar cuentas se hace imperioso. No, no hablo de la declaración anual de impuestos, que ya fue en Marzo (al menos por acá). Me refiero a ese día en el que celebras tu cumpleaños, en este caso el mío. Y comienzan las sumas y las restas. Te detienes y miras con ojos entrecerrados atrás, buscando, oteando aquel horizonte sepia que guarda fragmentos de lo que fuiste. Sumas años, y experiencia. También amigos, conocidos, extraños que tocan tu entorno brevemente. Sumas alegrías, decepciones, esperanzas y fracasos. Sumas cariño (gracias a mi esposa que es experta en este tema), y restas... ¿qué? Pues años de vida. ¿Qué suena cruel, crudo, deprimente? Pues no para mi. Es una realidad de la que nadie escapa hasta ahora. Restas también rostros que se han desvanecido en lo material, pero que guardas en tu caja de tesoros, bajo llave, a cal y canto. Y que es sólo tuya.
Sumas, restas. Ríes y lloras. Hablas y callas. Vives, dejas vivir y al final, tu también desapareces. Y te reencuentras con aquellos que te dejaron por un instante. Así es. Hoy cumplo años. Muy atrás quedaron los pantaloncitos a cuadros de la foto (mis primeros largos, por cierto), y los tiempos de juegos en el patio de la conserjería. También atrás queda esa sonrisa diáfana, pura, sustituida por una un poco más endurecida, aunque con vestigios aún de lo que fue. Para el recuerdo quedó buena parte (casi todo) de aquel cabello rebelde. Es mi cumpleaños y brindo por ustedes, por los que están y por los que estuvieron. Brindo sobre todo por los que de seguro vendrán.
Hasta el año que viene, con su día de sacar cuentas.

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