La noticia corrió como pólvora. Las redes sociales se actualizaban al minuto. El máximo líder de la organización terrorista más peligrosa, "Gerónimo" (así era como lo identificaba la inteligencia norteamericana), murió abatido en una operación militar. Algunos, en muchos países, vitorearon, celebraron, cantaron y se emborracharon, sin saber a ciencia cierta por qué. Hubo incluso jefes de estado que se encarrilaron en ese mismo tren festivo, felicitando a los verdugos del hombre más buscado del planeta. Digo verdugos porque a todas luces, y según su definición, actuaron como tales. Un comando especializado irrumpió en la habitación donde Gerónimo se hallaba escondido y lo mató. Así de simple. Se oyen voces decir que le dispararon porque se resistió a entregarse, y usó a una mujer como escudo, otras comentan que no fue más que una vil ejecución, con tiro de gracia agregado, y que se encontraba desarmado. ¿Sabremos la verdad algún día? Personalmente no lo creo.
Interrogantes quedan, y muchas. ¿De verdad lo mataron? ¿O no es más que una tapadera para disimular un fracaso a gran escala? ¿Era en realidad él? ¿O era alguien con el parecido justo para reivindicar la tragedia que supone una guerra? ¿Es verdad que echaron el cadáver al mar, envuelto en una sábana para evitar que se le convirtiera en mártir? ¿O es que no había cadáver alguno? El gran tema es si de verdad con esta muerte tan celebrada por aquellos que van a misa y aseguran haberse ganado el Cielo, habrá terminado el terrorismo a gran escala, que tanto pavor hace sentir a muchos, y por el cual otros tantos han hecho negocios multimillonarios. Es difícil decirlo. Por lo pronto seguiremos atentos a ver por que otra muerte toca celebrar y esperaremos a que Hollywood nos invite a ver, en 3D y con sonido Dolby Digital, su versión más edulcorada del asesinato de Gerónimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario